La educación de los niños por parte de sus padres siempre ha sido un tema espinoso. Hace unos años -menos de los que pueda parecer- se imponía la disciplina férrea. Ahora, en muchos (no en todos, no me gusta caer en generalizaciones) casos la educación es demasiado laxa, sin a penas normas y sí demasiado consentimiento. Creo que ambos extremos son malos. Sin embargo, no todos piensan igual y más si hablamos de Estados Unidos, esa sociedad en la que los niños son criados para ser los mejores, sin importar lo que quede o quien quede por el camino. Una de las personas que piensa que la sociedad americana está criando perdedores es la escritora y profesora de Derecho en la Universidad de Yale, Amy Chua, más conocida como Madre Tigre.
Esta mujer ha publicado un libro en el que explica el método de educación que ha empleado con sus hijas, ambas adolescentes ejemplares. Sofía y Lulu (así se llaman las jóvenes) no podían ir a dormir a casa de compañeras, no quedar para jugar con otras niñas, ni participar en los juegos escolares o quejarse por esa prohibición, ni les permitía ver la tele o jugar con el ordenador, ni elegir sus actividades extraescolares. Tocan el piano y el violín, porque para Chua no hay otros instrumentos y tampoco aceptaba que tuvieran un grado menor al sobresaliente o que no fueran las número uno. Y para conseguir esto daba igual si tenía que tenerlas levantadas toda una noche haciendo problemas matemáticos o si las tenía que llamar "basura", "cobarde" o "vaga" por no saber tocar una canción. En su libro, Himno de Batalla de Madre Tigre, Chua afirna que "lo que los padres chinos entienden es que nada resulta divertido hasta que uno no domina esa materia. Para esto se ha de trabajar duro y los críos, por sí mismos, nunca quieren trabajar, por lo que es esencial anular sus preferencias”.
Así, considera que los padres americanos dan a sus hijos "demasiados mimos" debido a la cantidad de tiempo que pasan lejos de ellos. Además, considera que "cuando los padres occidentales creen que están siendo estrictos con sus hijos, ni siquiera se acercan a las madres chinas" o que "un estudiante americano con un notable, o incluso con un aprobado es premiado. Si un estudiante chino saca un notable, algo que podría no ocurrir nunca, en su casa habrá primero un grito, después una explosión de lágrimas. Inmediatamente, la madre china, devastada, cogerá cientos de ejercicios y trabajará con él incansablemente hasta que esté preparado para el sobresaliente". Para Amy Chua las madres occidentales están obsesionadas con la autoestima y la diversión de sus hijos, con "dejarles ser ellos mismos". Y, al no imponerles disciplina, los acaban convirtiendo en adultos frágiles e inestables, incapaces y vagos. En definitiva, en unos fracasados. "No saben que lo peor para la autoestima es no conseguir el trabajo de tus sueños cuando eres adulto". Creo que esta mujer tiene cierta razón, aunque no estoy de acuerdo con sus métodos. Considero que es necesario lograr un equilibrio entre conceder a un niño algún capricho y enseñarlo a cumplir con su deber. Eso sí, sin llegar al insulto, la humillación y, ni muchisimo menos, a castigos físicos. Y vosotr@s, ¿qué opináis sobre la Madre Tigre?
Más información en El País, La tercera y La Razón.
Esta mujer ha publicado un libro en el que explica el método de educación que ha empleado con sus hijas, ambas adolescentes ejemplares. Sofía y Lulu (así se llaman las jóvenes) no podían ir a dormir a casa de compañeras, no quedar para jugar con otras niñas, ni participar en los juegos escolares o quejarse por esa prohibición, ni les permitía ver la tele o jugar con el ordenador, ni elegir sus actividades extraescolares. Tocan el piano y el violín, porque para Chua no hay otros instrumentos y tampoco aceptaba que tuvieran un grado menor al sobresaliente o que no fueran las número uno. Y para conseguir esto daba igual si tenía que tenerlas levantadas toda una noche haciendo problemas matemáticos o si las tenía que llamar "basura", "cobarde" o "vaga" por no saber tocar una canción. En su libro, Himno de Batalla de Madre Tigre, Chua afirna que "lo que los padres chinos entienden es que nada resulta divertido hasta que uno no domina esa materia. Para esto se ha de trabajar duro y los críos, por sí mismos, nunca quieren trabajar, por lo que es esencial anular sus preferencias”.
Así, considera que los padres americanos dan a sus hijos "demasiados mimos" debido a la cantidad de tiempo que pasan lejos de ellos. Además, considera que "cuando los padres occidentales creen que están siendo estrictos con sus hijos, ni siquiera se acercan a las madres chinas" o que "un estudiante americano con un notable, o incluso con un aprobado es premiado. Si un estudiante chino saca un notable, algo que podría no ocurrir nunca, en su casa habrá primero un grito, después una explosión de lágrimas. Inmediatamente, la madre china, devastada, cogerá cientos de ejercicios y trabajará con él incansablemente hasta que esté preparado para el sobresaliente". Para Amy Chua las madres occidentales están obsesionadas con la autoestima y la diversión de sus hijos, con "dejarles ser ellos mismos". Y, al no imponerles disciplina, los acaban convirtiendo en adultos frágiles e inestables, incapaces y vagos. En definitiva, en unos fracasados. "No saben que lo peor para la autoestima es no conseguir el trabajo de tus sueños cuando eres adulto". Creo que esta mujer tiene cierta razón, aunque no estoy de acuerdo con sus métodos. Considero que es necesario lograr un equilibrio entre conceder a un niño algún capricho y enseñarlo a cumplir con su deber. Eso sí, sin llegar al insulto, la humillación y, ni muchisimo menos, a castigos físicos. Y vosotr@s, ¿qué opináis sobre la Madre Tigre?
Más información en El País, La tercera y La Razón.
1 comentarios:
La disciplina está muy bien pero no hay que pasarse
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