Una semana más aquí. Antes de nada, quisiera disculparme por la falta de actulización de Lastrend el viernes pero, me temo que a partir de ahora, no podré actualizarlo todos los días. Trataré de no faltar a mi cita diaria con vosotr@s, pero si lo hago sabed que no es más que por motivos de acumulación de trabajo y algunos nuevos proyectos, de los que ya os iré hablando. Dicho esto, me gustaría hablaros hoy -ya que no lo hice el viernes- de una película que me ha encantado. Yo ya soy de lágrima fácil en lo que a películas se refiere, pero lo cierto es que con esta o te emocionas o -a mi modo de ver- eres de piedra. Se trata de Donde viven los monstruos, de Spike Jonze. Ya hacía tiempo que quería verla, me tenía muy buena pinta y lo cierto es que no me ha defraudado en absoluto.
La película comienza con Max, un chico de unos 13 años, que vive con su madre y su hermana. Aunque su madre trata de hacerle todo el caso posible, sus obligaciones laborales, familiares y su excasa vida social le impiden estar todo el rato pendiente del niño. Su hermana, además, al ser más mayor tiene sus propios amigos e ignora a Max. Éste trata de llamar la atención de ambas de cualquier forma, recurriendo incluso a la violencia. Tras una acalorada riña con su madre, Max sale huyendo y llegará al país de los monstruos donde conocerá a Carol, KW, Douglas, Ira o Judith. Cada uno de ellos tiene sus propios problemas: uno se siente solo, otro abandonado, otro incomprendido... En su día a día con estos personajes, Max se dará cuenta de que no siempre podemos ser el centro del mundo, por mucho que queramos ser un rey.
Lo cierto es que Donde viven los monstruos es una alegoría de lo que podemos llegar a sentir cada uno de nosotros. ¿Quién no ha sentido que crecer es un asco? ¿Quién no ha necesitado más atención por parte de los demás? ¿Quién no se ha planteado como recomponer una relación que cada vez se enfría más? Y, sobre todo, ¿quién es completamente bueno o completamente malo? Donde viven los monstruos muestra al ser que todos llevamos dentro y que reacciona de una forma distinta en cada momento, buscando algo que le haga feliz, que le haga sentirse comprendido, integrado y querido. La evolución de cada uno de los personajes es completamente creíble y entendible. El espectador se puede identificar perfectamente con sus estados porque todos o, casi todos, hemos pasado por ellos.
Si a esto le sumamos una banda sonora muy buena y unas ambientaciones inmejorables, nos encontramos ante una película redonda, que os recomiendo muy encarecidamente. Sólo un último apunte. La película se basa en un libro infantil de Maurice Sendak, escrito en 1963 que, en su época, cosechó gran éxito. Y si vosotr@s habéis visto Donde viven los monstruos, espero vuestras opiniones.
La película comienza con Max, un chico de unos 13 años, que vive con su madre y su hermana. Aunque su madre trata de hacerle todo el caso posible, sus obligaciones laborales, familiares y su excasa vida social le impiden estar todo el rato pendiente del niño. Su hermana, además, al ser más mayor tiene sus propios amigos e ignora a Max. Éste trata de llamar la atención de ambas de cualquier forma, recurriendo incluso a la violencia. Tras una acalorada riña con su madre, Max sale huyendo y llegará al país de los monstruos donde conocerá a Carol, KW, Douglas, Ira o Judith. Cada uno de ellos tiene sus propios problemas: uno se siente solo, otro abandonado, otro incomprendido... En su día a día con estos personajes, Max se dará cuenta de que no siempre podemos ser el centro del mundo, por mucho que queramos ser un rey.
Lo cierto es que Donde viven los monstruos es una alegoría de lo que podemos llegar a sentir cada uno de nosotros. ¿Quién no ha sentido que crecer es un asco? ¿Quién no ha necesitado más atención por parte de los demás? ¿Quién no se ha planteado como recomponer una relación que cada vez se enfría más? Y, sobre todo, ¿quién es completamente bueno o completamente malo? Donde viven los monstruos muestra al ser que todos llevamos dentro y que reacciona de una forma distinta en cada momento, buscando algo que le haga feliz, que le haga sentirse comprendido, integrado y querido. La evolución de cada uno de los personajes es completamente creíble y entendible. El espectador se puede identificar perfectamente con sus estados porque todos o, casi todos, hemos pasado por ellos.
Si a esto le sumamos una banda sonora muy buena y unas ambientaciones inmejorables, nos encontramos ante una película redonda, que os recomiendo muy encarecidamente. Sólo un último apunte. La película se basa en un libro infantil de Maurice Sendak, escrito en 1963 que, en su época, cosechó gran éxito. Y si vosotr@s habéis visto Donde viven los monstruos, espero vuestras opiniones.
1 comentarios:
visualmente es una gozada, pero a mi me aburrió un poco, sinceramente. muy blandita.
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