viernes, 11 de julio de 2014

DESDE MI ABSURDARIO: Cine de petardas #1

Y por fin, llegamos al fin de semana. Ahora, podremos descansar y aprovechar para leer, escuchar música o ver películas... Y sobre este último tema, el cine, vamos a hablar hoy. Pero no seré yo quien lo haga, sino una firma invitada que si bien, es la primera vez que participa en Lastrend, espero no sea la última. Y se trata nada más y nada menos que de un caballero. Sí, habéis leído bien. Será un hombre quién nos aporte su opinión sobre temas femeninos, porque en este blog tod@s tenemos cabida. Y ¿de quién se trata? Pues de don Darío Vilas.
Quienes sigáis el blog desde el principio ya lo conoceréis porque os he acercado un poco a su trabajo. Para quienes no, os lo presento. Darío Vilas es un escritor vigués, máximo referente de lo que se ha dado en llamar horror hispano y autor de los libros Imperfecta Simetría (en colaboración con Rafa Rubio), Instinto de Superviviente, Piezas desequilibradas, Lantana, El hombre que nunca sacrificaba a las gallinas viejas y Absurdario. Además, ha participado en numerosas antologías, ha escrito reseñas literarias y cinematográficas y ha puesto en marcha numerosos proyectos. Por todo esto, el hecho de que se haya prestado a colaborar en Lastrend es todo un honor, no sólo porque me fascina su forma de escribir, sino también por la admiración que me despiertan su dedicación, su constancia y su valentía, entre otras cosas... Pero sin entretenernos más, aquí os dejo con el artículo de Darío que, seguro, sorprenderá a más de un@.


Estamos en verano, es tiempo de entregarse en cuerpo y alma al ocio, incluso cuando hay que seguir trabajando. Arañemos minutos al reloj para terraceo, playa, montaña o lo que gustéis. Es la época de darse a eso que muchos llaman con poco acierto “placeres culpables”. Hacedme caso, jamás os sintáis culpables por hacer algo que os produzca placer (siempre que sean hábitos saludables a nivel moral, oigan). Y dentro de esa catalogación, yo tengo un vicio que nunca he ocultado, pero que tampoco es de los que se van aireando en cualquier conversación de buenas a primeras: el cine de petardas.

Estoy seguro de que ahora mismo, casi sin daros cuenta, a muchas de vosotras os habrán venido títulos, imágeneso rostros a la cabeza. Claro, es que el cine de petardas, aunque no esté reconocido de forma oficial como género, está muy arraigado en la cultura occidental, sobre todo en los USA, que suelen ser bastante menos acomplejados que nosotros cuando se trata de abordar el entretenimiento en estado puro. Que sí, que es complejo, esto lo ha venido a refrendar el éxito entre el público general de algunas comedias ligeras españolas que, pese a su falta total de originalidad (y casi de ingenio), han reventado la taquilla. Supongo que no hace falta que señale ninguna concreta, pero la más reciente tiene apellidos vascos.

Pero no nos equivoquemos, no toda la comedia ligera es cine de petardas, y no todo el cine de petardas es comedia ligera. Aunque casi. Para diferenciarlo basta con echar un vistazo a la premisa de la cinta en cuestión, porque hay dos patrones que las delatan y que se suelen respetar casi al milímetro, con variantes. A saber:



Patrón 1:

Tenemos chica nueva en el instituto (o en la universidad, el coro, el equipo de animadoras...). La chiquilluela (que suele estar interpretada por una actriz no tan jovencita, ¿verdad Drew Barrymore?) llega cohibida a su nuevo entorno, y aunque es evidente que es una chica guapa, lo mal disimula con su pelo recogido en una coleta, sus gafas enormes de pasta y la ropa grunge que heredó de su malote hermano mayor (ojo, que el hermano mayor es un elemento imprescindible, será su consejero en los momentos delicados y tratará de ligarse a la amiga de turno). De entrada nuestra protagonista no cae bien a nadie en su nuevo ambiente. Las populares del insti, lideradas por la rubia guapérrima de moda con cara de zorrón, le dan de lado de inmediato. Así que siempre, impepinablemente, acabará trabando amistad con la/el alumna/o marginal, que será la única persona que le ofrezca un sitio libre a su lado en el comedor, justo después de que la zorra líder le ponga la zancadilla y le tire todo el almuerzo de la bandeja (los yankis almuerzan, sí). Pero al poco se mascará la tragedia, ya que nuestra heroína recién llegada acabará acercando posturas, de pura casualidad, con las guays. Poco a poco, tras algún alarde en el que ridiculiza ante todo el instituto a la zorrupia jefa, irá transformándose en un bellezón y en la más popular, desbancando a la otra y dejando de lado progresivamente a la chica o chico marginal. El divorcio entre ellos se firmará cuando la protagonista le haga algún desaire a su coleguilla raruna para ganarse de forma definitiva el respeto de su nueva chupipandi. Pero no os preocupéis, que al final habrá redención por su parte, su amiga/o friki le demostrará que a la hora de la verdad sólo podía contar con ella, que sus nuevas colegas sólo pretendían mamar de la teta de su recién adquirida popularidad. Y terminamos con la chica devolviendo su cetro de la popularidad a la zorra suprema, recuperando su amistad verdadera y con vestuario e imagen renovados, que ya no cambiará por el atuendo casual con el que llegó. Si el amigo marginal era chico, después de unos tonteos con el capitán del equipo de rugby, acabarán morreándose justo antes del fundido en negro.

Ejemplos: Chicas malas, A por todas o, más recientemente, Dando la nota (con batalla de coros incluida, esta es la pera).




Patrón 2:

Aquí encajaría la antítesis de la primera premisa. Si en la anterior teníamos a una recién llegada, en la segunda clase de películas de petardas el protagonismo recae en la chica popular. Sería la variante que denomino “reina destronada”. Hablamos de la capitana del equipo de animadoras, la chica más guapa, la que mejor viste, la hija del predicador, la que fue modelo infantil... Podéis poner cualquier otro ejemplo, seguro que os hacéis una idea. Ella es la más molona del lugar, siempre escoltada por un grupúsculo de chicas casi igual de monas, pero un buen día descubre que se le está pasando el arroz, justo cuando llega esa chica nueva que ya conocimos en el primer caso. A partir de ese momento, nuestra amiga tendrá que iniciar un viaje revelador en el que descubre que se puede vivir sin ser la más guay entre las guays. Sus amigas la repudian en favor de la nueva y no le queda otra que arrimarse a los marginales, esos a los que, por su parte, había dejado tirados previamente su némesis. Pero es un viaje con retorno, ya sabéis, porque el resultado final debe ser el mismo que en el Patrón 1: cada uno vuelve a ocupar su rol del principio, sólo que con la lección vital aprendida, quedándose a medio camino de los extremos que ocupaban; nadie es tan popular ni tan marginal como cuando la historia empezó. Y todos amigos. Escarceo con el capitán del equipo de rugby, sólo que en este caso el beneficiado será igualmente el chico marginal, del que descubrirá su belleza interior, que todos sabemos que para una adolescente cuenta mucho más que el torso cruasán curtido a base de gimnasio. Morreo y fundido en negro.

Ejemplos: Una rubia muy legal, Una conejita en el campus, Fuera de onda o Zoolander (sí, también hay cine de petardas protagonizado por tíos, ¿o qué os pensabais? Y es una obra maestra incontestable).




Resumiendo, porque creo que ya he abusado de este espacio que me brindan en Lastrend, un escritor como yo, absurdo y un tanto desequilibrado, ocupa parte de su tiempo de ocio veraniego en este tipo de películas. Y sin sentirse culpable en absoluto. ¿O es que un tío tiene que dar explicaciones cuando disfruta de las aventuras de Reese Witherspoon, Lindsay Lohan (antes de convertirse en Belén Esteban), Alicia Silverstone, o Kirsten Dunst ataviada con su minúsculo uniforme de animadora? Pues eso.

Otro día, si todavía no se arrepintió la responsable de este blog de darme voz, comentamos alguna película concreta.

¿Y vosotras, tenéis peli de petardas favorita?



Más artículos absurdos, microrrelatos y otros desvaríos en Gallinas Viejas.

2 comentarios:

Cador dijo...

Mirada "acero azul", eso tiene que responder a la pregunta. ;)

dario.vilas dijo...

Es que Zoolander es la obra maestra del cine de petardas. Han pasado diez años y no se resiente ni un poco. Desde entonces, todos podemos leer la mente de las personas porque somos bulímicas.

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